viernes, 2 de octubre de 2009

J

Cinco años no son en vano....

Sin pensar que ese día fue el último que te vería, que cruzaríamos palabra alguna, sonrisas y besos como las olas se fueron desvaneciendo, ese sentimiento quedo en la nada, en el frío, en la soledad.

Recuerdo esas caminatas interminables y nada aburridas, esas amanecidas conversando de mil y un cosas, esas aventuras en la oscuridad de la noche y toda aquella bohemia acontecida...palabras que iban y venían , esos juegos bajo nuestro único testigo: la luna.

Historia sin fin...sin palabras más solo quedo en el recuerdo....

Te quiero, te quize y te querré...pero lejos como siempre y desde un comienzo debio ser.....fin

lunes, 13 de julio de 2009

Destino


El destino una jugada de la vida, casualidad o realidad pero muchas veces que nos pone a prueba. Todos tenemos un destino, bueno o malo pero que es real, y que muchas veces nos depara algo.
Pocos somos partícipes de este pensamiento, pero a pesar de todo cada cosa va unida a otra, cada acción se complementa con otra y cada paso de nuestro camino nos lleva a un fin.
Destino, señales de nuestra existencia....


martes, 16 de junio de 2009

Miradas


Miradas que matan, miradas que enamoran, miradas que hieren , miradas que hipnotizan, miradas soñadoras, miradas desafiantes, miradas rencorosas, millones de miradas que expresan sentimientos, ira, rencor, felicidad, amor, deseo, valor, cada una con un significado diferente.

Una mirada lo dice todo, es el alma en los ojos, es el sentir del corazón.

Las miradas nos describen, nos comunican, nos conmueven. Son la puerta del alma al exterior.

Son tan misteriosas y guardan a su vez el secreto de nuestros sentimientos.

miércoles, 3 de junio de 2009

Solo sentir

Primer día del mes. El frío de la mañana se siente hasta en el alma, la lluvia moja la acera y yo abrigada hasta el cuello camino lentamente. La neblina llega hasta mis ojos, el invierno más crudo nos saluda.

Aquel día era diferente a todos, la predisposición que tenía a que sucedieran cosas extrañas me perseguía. Era el tan solo sentir lo que no veía hace tiempo y que en el fondo sabía que pasaría.
Semáforo en rojo, cruzó. El camino se hace cada vez más largo y mis pasos disminuyen su velocidad, aprieto la chalina a mi cuello, cierro mi casaca y me subo las medias.
Recuerdo que muchas cosas se venían a mi mente, recuerdos vagos y sin sentido que muchas veces no deben tomar parte de mi tiempo, pero ahí estaban.
Al fin llego a mi destino, subo las escaleras, una jugada del destino esperaba el último escálon de aquel lugar.
Frente a frente sin respirar, solo una mirada y seguí mi camino.
Mariposas se sentían y me di cuenta que el sentimiento aún permanecía.
Destino, jugada, fue algo imprevisto, pero dejo huella.
Tan solo sentir!!!

lunes, 18 de mayo de 2009

La Punta


Sábado 11 de abril al mediodía, La Punta lucía serena y tranquila como de costumbre, el sol estaba en pleno cenit y el clima cálido se prestaba para un recorrido placentero. El balneario de Cantolao tenía un perfil alegre y acogedor, sus calles desoladas evocaban un sosiego inspirador que a menudo hipnotiza a más de un visitante.

El mar se veía plagado de embarcaciones, lujosos yates y pequeños botes que se mecían al ritmo de la calmada marea que acariciaba la orilla pedregosa. Los pescadores, herederos de una ancestral actividad, realizaban sus labores cotidianas extrayendo las deliciosas especies marinas que luego de un extenuante trabajo ofrecen a los pobladores. Los botes en los cuales trabajan son rústicos, avejentados por el tiempo y la ardua faena. Pero son sus únicas herramientas de trabajo. Ellos son los que conocen mejor el mar y las historias que este guarda; se podría decir los mejores guías turísticos de la zona.

En el mar de La Punta todo confluye, el estatus marca la diferencia entre un asiduo pescador que pasea en su humilde lancha y un acomodado poblador que derrocha lujo con su ostentoso yate; ambos se encuentran en un mismo mar, comparten las mismas olas, pero no la misma clase social.

Los deportes no son ajenos a los vecinos de esta zona, se puede observar a distintas personas trotando alrededor del malecón, practicando vela, realizando un complejo y armónico remo, y hasta un inolvidable paseo en bote.
Los niños también son partícipes de ésta aventura, juegan y se divierten sanamente en una locación frente al mar, en donde las risas y gritos dan vida al lugar.


Entre los diferentes lugares que se pueden visitar está La Alameda de La Punta, zona ecológica en donde se encuentra una gran diversidad de aves, y en donde está prohibida la pesca. Aquí las personas disfrutan del paisaje en los distintos miradores, los cuales dan la apariencia de flotar en el agua, esta Alameda está rodeada de vegetación la cual es aprovechada para practicar deportes al aire libre y construir improvisados lugares en donde entrenan a sus mascotas.

La vista de este lugar se extiende hasta Chucuito, zona caracterizada por la infinidad de colores presentados en sus casas, y que a más de uno irradia alegría y energía

La Punta se describe en tres palabras: encanto, belleza y distracción, términos que identifican a este distrito. En ella se guarda algo más que historia, un legado de todas aquellas personas que vivieron y viven en ese encantador paisaje y que aún perdura a pesar de los años.

jueves, 26 de marzo de 2009

Iquitos: experiencia inolvidable

Día esperado. Viernes 6 de febrero recuerdo que me encontraba rumbo al aeropuerto. Junto a mí una maleta y un corta viento, acompañaban uno de los viajes más emocionantes de mi vida.

El motivo principal, ver a esa personita tan importante, la cual no la veía desde hace más de seis meses: mi hermana.
La emoción y los nervios de llegar pronto a mi destino aumentaban cada minuto. Asiento 19L junto a la ventana, una revista acompañó mi hora y media de vuelo, y junto a mi aquel chico con el cual entable conversación durante todo el viaje.

Siete y treinta de la noche en punto el vuelo 381 aterrizó, las llantas se sintieron chillar, al fin me encontraba en tierra. Descendí del avión y una lluvia calurosa me recibía, me dirigí a recoger mi equipaje, estaba feliz y al fin me encontraba en Iquitos, lugar que jámas pensé que pisaría.

El clima era super tropical, el bochorno a pesar de la lluvia no era ajeno a mi cuerpo. Salí del aeropuerto y vi a mi hermana con una sonrisa de oreja a oreja al verme, un gran abrazo fue la bienvenida de mi aventura. Tomamos el popular motocarro. Dejó de llover, no dejaba de escuchar cada detalle que ella me contaba con tanto entusiasmo.
Al llegar a su departamento nos alistamos para salir, recuerdo mucho que el primer lugar que conocí, fue una cabañita en medio de la nada. Para llegar a ese ambiente debiamos cruzar un angosto y largo puente hecho de madera que estaba encima de la corriente del río, al llegar unas mesitas pequeñas a media luz alumbraban el lugar y de fondo la música que acompañaba eran full ochentas, pedimos un trago y empezamos a conversar. La noche quedo corta para todos los lugares que quería ir.
Al amanecer nos dirigimos rumbo a "Los Boras", una tribu que se encuentra en medio de toda esa vegetación característica de Iquitos y que la única vía para llegar es alquilando los famosísimos peque peque.

Al llegar unas mujeres en toples nos recibían, eran las famosas boras que cubrían solo la parte inferior de su cuerpo con ese típico traje tropical. Nos recibían adornándonos todo el cuello, cabeza y muñecas con las distintas artesanías hechas a mano que ellas mismas elaboran.

Saliendo de la tribu, nos dirigimos a "el zoológico", cabañitas de palos encima del río que albergaban a miles de especies en extinción entre ellas: la anaconda, la tortuga prehistórica, los reptíles bebe, el guacamayo. los perezosos y los distintos monitos entre ellos tití y el mono Pepe, llamado así por su dueño.

Al retornar por el río nos ganamos con el impresionante cruce de los tres ríos, el Nanay, Nauta y Amazonas. Estos tres formaban como un remolino que daba un color sucio al agua, era impresionante como la naturaleza confluía en su habitab.

Pasaron los días, conocí cada rincón que la ciudad tiene, me movilizé en moto junto con aquel chico que conocí durante mi estadía. La adrenalina que tenía al subir en ella es algo que jámas me olvidaré. Uno de los lugares que más recuerdo y que presentaba una pobreza y delincuencia extremas era Belén, ubicada a los pies del río Nanay.
La gran pregunta es cómo llegue hasta ahí.

Dentro de toda mi estadía y distintos entretenimientos, acompañaba sagradamente a mi hermana a cubrir sus notas, ya que ella labora en el periódico La Región, ese día se dio el suicido de un joven, justamente en el distrito de Belén. Es así como corrimos con cámara y micrófono en mano a filmar los hechos.

Cada día no sólo vivía una nueva aventura, sino que aprendí más sobre la carrera que ejercería próximamente y los pormenores que un periodista debe pasar para lograr cubrir un hecho, entrevistar a una autoridad y hasta conseguir imágenes que en muchos casos hieren suceptibilidades.
Todo se dio en solo diez días en los cuales fue la mejor experiencia que viví, y la cual me encantaría repetirla si fuera posible.

domingo, 15 de marzo de 2009

La Playa


Viaje imprevisto. 31 de diciembre del 2008, me encontraba rumbo al sur. Mi destino kilómetro 105 de la Panamericana.

El clima al salir de Lima estaba apagado, el sol no mostraba sus primeros rayos de luz, y mis ánimos decaían.

Durante el trayecto recuerdo que la gente no veía las horas de llegar y sentir el masaje de la arena entre los pies, y el retumbar de las olas en la orilla.

Hicimos una primera parada; lugar: un grifo por ahí. Bajamos y compramos la infaltable leña para hacer la fogata, la cual nos alumbraría por la noche en caso "muriera" una de las linternas que llevabamos en la mano. Además que nos serviría para crear el ambiente del campamento.

Continuámos el viaje, ya faltando pocos minutos para llegar, decidimos hacer nuestra última parada, para abastecernos de los distintos tragos y bebidas alcohólicas, que nos pondrían alegres en la noche de víspera para el año nuevo.

Llegamos!!, eran apróximadamente las seis de la tarde, el sol ya se ocultaba, y era la mejor vista de todo el viaje: el sunset.

Bajamos. La infaltable foto de llegada del grupo, y empezamos a colocar y armar nuestras carpas. Siete carpas en forma de media luna mirando hacia el horizonte del mar, ya reposaban en busca de paz.
La noche caía, y la luna iluminaba la playa. Todos entusiasmados improvisamos tragos, pusimos música y al compás de las olas, bailabamos alrededor de la fogata.

Las horas pasaban y ya las doce de la medianoche, se apróximaba. !Feliz Año!, gritamos todos juntos y corrimos hacia la orilla, a dar nuestro ritual de la noche, meter los pies al mar y pedir nuestro infaltable deseo.