martes, 10 de marzo de 2009

Más que un distrito



Una tarde de octubre. Me encontraba en el bus rumbo a Barranco, el tráfico llegó a aturdirme. Recuerdo que llegué al fin a las 4.45pm, “Barranco”, avisó el cobrador y bajé en la Plaza de Barranco. Al descender del micro sentí la temperatura más baja, el sol se encontraba tímido, así que cerré mi casaca, y empecé mi recorrido.

Ir a Barranco es ir a un pedazo de ciudad donde se encuentra el lado bohemio, cultural, artístico y parrandero de Lima. Decidí ir al famoso Puente de los Suspiros, el cual presenta una buena acogida de turistas, y sus extensos pasadizos te llevan hacia una inolvidable vista al mar. Su nombre deriva de los innumerables romances que ahí surgieron y que hasta la fecha más de una persona se siente atraída.
Entre su atractivo están sus variados restaurantes en donde se degustan los más exquisitos manjares de Lima, como los jugosos anticuchos y los endulzantes picarones.

Decidí entrar a comer, ya que el olor y el encanto vistoso no pudieron ser ajenos para mi estómago. Escogí una mesa y una amable señorita se acercó a tomar mi pedido: “un plato de anticuchos con su Inca Kola”, la bebida de los peruanos.
Luego de unos minutos trajo mi orden, la colocó y se retiró con una gran sonrisa. Yo comencé la comilona, al terminar pagué la cuenta y me retiré, ya con “fuerzas” para todo el trayecto.

Con cámara en mano, y una gaseosa crucé el Puente de los Suspiros, me encontré cara a cara con una antigua capilla “La Ermita”, lugar que se encontraba rodeado por una serie de aves negras, parecidas a buitres; al costado se ubica el Parque Chabuca Granda, en donde hay un pequeño monumento en agradecimiento a la famosa compositora, que tanto amo al distrito de Barranco.
Indudablemente tomé unas cuantas fotografías, y continué mi recorrido.

Empecé a bajar por aquellos pasadizos antiguos que dan la impresión de calles sin salida, y llegué al “Mirador”, gran construcción acondicionada al borde del acantilado y que presenta un magnífico paisaje hacia el mar. Lugar que personalmente considero da una especie de tranquilidad y relajamiento.
Lamentablemente recuerdo que la vista era poco nítida, pero se lograba divisar el horizonte.

Continué el camino, y decidí bajar a la Costa Verde, el mar se sentía rugir, así que llegué y me senté en las piedras y tomé el resto de gaseosa que me quedaba. El aire soplaba, respiraba tranquilidad y volví a retornar a mi punto de llegada: La Plaza de Barranco.

Mientras subía capté algunas fotografías, hasta llegar a la Biblioteca Nacional de Barranco, considerado un monumento histórico de valor excepcional. Ahí a sus alrededores se exponenían las artesanías, en puestitos acomodados a poca luz, se lograban apreciar las variadas manifestaciones de arte, entre ellas: joyas, chucherías, y pinturas.

Ya casi empezó a anochecer, y como la
noche era joven, decidí ir rumbo a conocer las distintas peñas y pubs que este distrito presenta. Me dirigí al Boulevard Sánchez Carrión, calle de mucha tradición que albergó a distintas familias, y que hoy es ideal para los noctámbulos que gustan de la diversión ya que es lugar de reunión de toda la gente barranquina los fines de semana.

1 comentario:

  1. TANTA VERDAD EN TUS PALABRAS!!! MUY ORIGINAL TYU BLOG!!! 10 PUNTOS

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